Estrenamos una estación, a priori, florida, alegre, colorida y maravillosa, pero a todo el mundo no le sienta igual de bien la llegada de la primavera. Después de llevar varios meses adaptados a un tipo de rutina, llega el momento de disfrutar de más horas de sol, lo que conlleva dormir una hora menos en el momento del cambio. Esto provoca que nuestro organismo experimente cierto malestar al haber alterado su ritmo cardiaco, una situación que se puede prolongar hasta dos semanas.
Muchos de nosotros sufrimos los efectos de la astenia primaveral , que no es más que una sensación de debilidad y falta de vitalidad generalizada, tanto física como intelectual, que reduce nuestra capacidad para trabajar e incluso realizar cualquier tarea sencilla.
Curiosamente, no aparece después de realizar un gran esfuerzo, sino que se manifiesta cuando desarrollamos aquellas actividades que marcan nuestro día a día, actividades que antes realizamos casi sin esfuerzo.
Las causas de este fenómeno no se conocen con exactitud pero se cree que pueden estar relacionadas con el cambio de climatológico o, en las personas propensas, con los procesos alérgicos tan frecuentes en esta época del año.
Este tipo de astenia, de carácter leve, da lugar a síntomas poco alarmantes y de corta duración, remitiendo normalmente al cabo de unos días sin precisar tratamiento alguno.
Os dejamos algunas recomendaciones para intentar aliviar o disminuir sus síntomas.
Es recomendable respetar las horas de sueño
realizar ejercicio físico moderado
llevar una dieta sana y equilibrada. El ajuste nutricional proporcionará a nuestro organismo proteínas, hidratos de carbono, grasas, sales minerales, vitaminas y agua.
Entre las alternativas que la alimentación nos ofrece, para combatir la astenia primaveral, os señalo una lista, para esquivar el bajón primaveral.
1. Marisco. Los niveles bajos de vitamina B12 pueden ser un factor de riesgo para la depresión y su deficiencia produce fatiga, falta de aliento y pérdida de concentración.
2. Polen. Tiene un alto contenido en vitaminas y minerales. Refuerza nuestro sistema inmune para que nos sintamos con más fuerza y energía.
3. Kiwi. Aporta grandes cantidades de vitamina C (cinco veces más que una naranja) que estimula el sistema inmune. También equilibra los electrolitos del cuerpo.
4. Carne de ave. Rica en vitamina B12, evita la fatiga y nos aporta uno dosis extra de energía.
5. Kéfir. Los alimentos probióticos aportan bacterias beneficiosas que regulan la flora intestinal. Está comprobado que una flora intestinal desequilibrada contribuye a la depresión.
6. Plátano. Contiene triptófano, un aminoácido clave para la creación de serotonina (la hormona de la felicidad).
7. Nueces. También contienen triptófano. Consumirlas de forma regular ayuda al cerebro a producir más serotonina.
8. Pescado azul. Se ha comprobado que la gente que sigue dietas altas en ácidos grasos esenciales como el Omega3, tiene niveles más bajos de depresión. Come salmón, atún, trucha, arenques, sardinas…
9. Espinacas. Ricas en ácido fólico, un nutriente esencial para dotar al organismo de energía y vitalidad.
10. Café. En dosis bajas o moderadas, la cafeína tiene efectos psicoestimulantes e incrementa el nivel de actividad. Además, intensifica las sensaciones de bienestar y energía.